Siempre escucho a la gente que escribe hablar de la temible página en blanco. Ese momento en el que quieren escribir algo y se sientan frente al ordenador pero no saben qué escribir. Tampoco os puedo describir mucho esa situación porque nunca me ha pasado. Si seguís leyendo, os explicaré brevemente qué hago yo para que eso no me haya sucedido en mi vida.

Ese extraño pero parece que generalizado miedo a la página en blanco…

Puede que tenga que ver con el hecho de que primero se me ocurren las historias y es entonces cuando me pongo a escribir. Nunca es al revés. Estoy haciendo cualquier cosa cotidiana y de repente me viene a la cabeza una escena, unos personajes… Y siento ganas de escribir eso. Si en ese momento no puedo ponerme a escribir, mis ganas van en aumento, así que cuando consigo abrir el archivo, las palabras me salen a borbotones. 

Tampoco soy de las que se obligan a escribir una cantidad de palabras al día. A veces es cierto que comparto en redes las palabras que llevo de alguna historia pero es más para que los lectores sepan más o menos cómo va esa historia en concreto más que por mí. Me da igual pasarme quince días sin escribir. Si no me apetece y quiero en ese tiempo hacer otra cosa, la hago. Eso es algo que no me agobia. Cuando me pongo a escribir es porque tengo ganas y sé que, aunque pase días sin hacerlo, siempre voy a querer reanudar una de mis actividades favoritas. Siento que si me obligara a escribir algo, lo haría con pocas ganas y cada vez lo vería más como una obligación y no como algo que me gusta. Y como llevo años siguiendo esta regla y cada día tengo en la cabeza más historias que quiero escribir, ni me apunto a retos de escritores, ni me obligo a escribir cada día, ni nada parecido. Me va bien como hasta ahora, la verdad.

Pero, ¿y ese momento en el que sabes qué historia quieres escribir y te sientas frente al teclado? A veces leo a algunas personas que escriben contar que no saben cómo empezar aunque sepan lo que quieren contar. Hay quien se hace fichas de personajes, organiza toda la trama por capítulos, sabiendo de antemano lo que va a escribir en cada momento. A ver, a cada uno le funcionan cosas diferentes. Pero esta sección se titula «Como yo lo hago» así que os cuento: 

Hay cosas que a veces me imagino antes de escribir. Como decía antes, puedo tener en la cabeza escenas, personajes… No sé explicar cómo me vienen esas cosas a la cabeza porque son repentinas, no hago nada así que voy a pasar a decirlos qué preparo antes de escribir sin más. Y va a ser rápido porque solamente en alguna ocasión apunto en una libreta lo que se me ha ocurrido y ya. No hago fichas de personajes, no organizo capítulos, no sé ni cuántos van a tener. Por no saber, no sé nunca si habrá un libro o doce. Y así me funciona. ¿Por qué? Porque no es algo rígido que tenga que seguir. Tengo una vaga idea de lo que quiero contar y la historia irá cambiando a medida que avanzo escribiendo. Muchas veces cambia tanto que tengo que retroceder para ajustar todos los cambios que hago de la historia primigenia. Por ejemplo, cuando son sagas no publico el primer libro hasta que tengo todo resuelto en la saga completa, para ir metiendo en los libros anteriores detalles que se me han ido ocurriendo. Como la historia es dinámica, no me aburro, por lo que siempre que me siento a escribir tengo mil ganas de hacerlo porque yo misma estoy intrigada, pensando qué va a suceder a continuación con los personajes. ¿Leeríais con las mismas ganas un libro que sabéis cómo termina o qué sucederá en cada capítulo? Pues dependería de si os gustan los spoilers, eso para empezar. Y escribir es un poco igual. Puede que se disfrute escribiendo algo que sepas cómo va a terminar porque quieras que acabe de una forma concreta. Pero, ¿saber exactamente cada cosa que va a pasar en todos y cada uno de los capítulos? Sinceramente, yo dejaría de leer y/o escribir en el primer capítulo…

La gente es muy organizada escribiendo. Yo a lo mío lo llamo improvisar; dejadme ser feliz.

Lo que sí que hago cuando empiezo a escribir es saber cuántos puntos de vista tendrá la historia, si es en presente o pasado o si va a ser escrita en primera persona, por poner algún ejemplo. Los puntos de vista sí suelo cambiarlos a veces: uno, dos, cuatro… En Resist, libro que saldrá en noviembre de este año, hay hasta veinte puntos de vista. El caso es que eso quiero saberlo de antemano para ver el enfoque que le doy. Por ejemplo, si es de suspense y tiene dos puntos de vista pero los personajes tienen secretos entre ellos, tengo que conseguir que no se note cuando cada uno hable desde su perspectiva y así que el lector siga intrigado por un tiempo. Sobre la persona, suelo escribir en primera. Me resulta más cercano que la tercera y me sale mejor. A veces escribo en tercera persona algún prólogo o epílogo pero nada más; me agota escribir de esa forma. Y con respecto al tiempo verbal, utilizo el presente durante la mayoría de la historia por el mismo motivo que uso la primera persona. Escribir con el pasado mi cerebro no lo procesa y estoy constantemente cambiando el tiempo al presente, por lo que al corregir la historia tengo que modificar la mayoría de los tiempos verbales. En algún capítulo empiezo contando lo que ha sucedido hasta ese momento y lo pongo en pasado pero siempre vuelvo al cabo de unas líneas a mi amado presente.

Mis puntos fuertes, por resumir, son: presente, primera persona y puntos de vista claros. Esto es con lo que comienzo a escribir, nada más. En cuanto abro un nuevo documento (tengo una plantilla con el formato que Amazon pide para hacerme una idea de la extensión a tiempo real, a doble página la pantalla para que haga el efecto de un libro mientras se lee), poso los dedos en el teclado y ahí le surgen más dudas a la gente. ¿Qué palabras poner? Bueno, tampoco es que yo me devane los sesos pensando. A veces pongo lo primero que se me ocurre. Ejemplo: «La verdad es que no sé cómo empezar a escribir esta historia, por lo que he decidido teclear solamente lo que voy pensando.» Eso lo hago cuando no sé cómo empezar. Hay historias en las que incluso he dejado esas primeras palabras porque al final cuadraban con el personaje y otras veces, a medida que escribía tonterías, me he ido metiendo por fin en la historia así que he retrocedido y he borrado las palabras anteriores a eso. Y sanseacabó. Eso es lo que hago para que nunca me cueste escribir las primeras palabras de una historia. Escribo una palabra. «La». Luego una segunda. «Verdad». Y sigo hasta que ya arranco y la página va llenándose de palabras y desaparece ese temido blanco por muchos. 

Luego también escucho decir que se quedan estancados en algún momento de la historia y eso les frustra porque no saben cómo seguir desarrollando la trama. Es cierto que mientras yo escribo, mi cabeza va por delante pensando en escenas mucho más allá de lo que estoy escribiendo. Tampoco sé cómo hago esto. Pero si, por lo que sea, llego a un punto de la historia en la que quiero darle algún giro y no se me ocurre, entonces lo tengo claro: cambio de historia. Suelo tener varias comenzadas y las voy escribiendo a la vez (por eso en un año a lo mejor publico tres libros, porque voy terminando varios proyectos que escribía al tiempo) Así que, si con una historia me estanco por el motivo que sea, abro la carpeta de historias y elijo otra al azar que en ese preciso momento me apetezca ver qué sucede con ella. Siempre hay historias que me apetecen más que otras en ciertos momentos. Y como escribo sin plazos y sin alguien que por detrás me esté metiendo prisa, voy relajada en ese aspecto. Cuanto más tranquila, mejor escribo.

Y hasta aquí por hoy. A lo mejor algo de lo que he contado os apetece probarlo. Si os funciona, sería genial y me encantaría que me lo contarais en comentarios. También me gustaría que dejarais en comentarios si tenéis vosotros algún truco que utilizáis para estos casos. En la siguiente entrega puede que hable de qué es para mí importante en una historia, las correcciones que hago, cómo y demás. Luego ya veremos el tema de las maquetaciones por las que tantas veces me pregunta la gente, las portadas y el momento de publicar en Amazon y hacer promo en redes (algo que odio hacer pero que, cuando lo hago de la forma que os contaré, siempre me funciona)

Hasta entonces, os leo en comentarios y en redes.

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